Hola a todos. Esta semana hemos visto
“Exodus: Gods and Kings”, de Ridley Scott, así que os comento cuatro cosas de
la misma.
La película, como sin duda ya sabéis, cuenta
la historia de cómo Moisés libera al pueblo de Israel de la esclavitud en
Egipto, las siete plagas, la separación de las aguas del Mar Rojo, etc., y la
referencia obligada es la superproducción de “Los Diez Mandamientos”, de
DeMille.
No me extiendo porque doy por hecho que
conocéis los hechos básicos. La película también lo asume y os da pocas
explicaciones, por cierto.
Si no tenéis fresca la historia, mil y una
fuentes como la mencionada “Los Diez Mandamientos” o la misma Biblia os
ayudarán.
La historia sigue los cauces previstos, sin
innovar tanto como en la reciente “Noah” de Aronofsky. Modifica ligeramente la
visión más tradicional de la misma pero no es que pase nada que no esté ya
escrito.
El punto más rompedor y, por lo tanto, seguro
que más polémico es el papel de Dios en la película.
Sin báculo, si barba blanca y discutiendo con Dios.
Es un Moisés distinto, lo que no es mala cosa.
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Lo primero es que Moisés recibe una pedrada en
la cabeza justo antes de ver a Dios por primera vez, así que siempre queda la
duda de si es una aparición milagrosa o es consecuencia del golpe.
Por otro lado y aunque la zarza se ve
ardiendo por el fondo, Dios aparece en forma de un niño con el que Moisés habla
y discrepa. Aquí Dios acepta que se le discuta y que se le ponga en duda, y
Moisés hace pleno uso de esa facultad, cosa que no pasa en “Los Diez
Mandamientos” donde Moisés se pierde completamente en la Gloria de Dios y
raramente dice algo que no sea: “Amén”.
Además con la forma de niño le viene también
un carácter un tanto inestable y tornadizo, ahora te hablo, ahora no te hablo,
ahora me enfurruño y voy a hacer las cosas a mi manera, ahora me enfado de
verdad y voy a destruir a mis enemigos…
Este Dios impresiona mucho menos que el
vozarrón incorpóreo de “Los Diez Mandamientos” pero posiblemente da más que
pensar.
Hablando de pensar, recuerdo cuando Ramsés
muestra desesperado el cadáver de su hijo a Moisés y le pregunta (cito de
memoria): “¿Este es vuestro Dios?, ¿un asesino de niños?, ¿qué clase de
fanáticos adoran a semejante Dios?”.
Aquí ya os dejo pensando por vuestra cuenta.
Volviendo a la película, en general resulta
menos dogmática que las versiones anteriores aunque tampoco resulta revolucionaria
ni ofenderá gravemente a nadie, lo que no creo que fuese el objetivo, claro.
Me quedó la imagen de un Ramsés superado por los acontecimientos más que la de un despiadado tirano. |
Por otro lado tenemos la vieja pregunta de:
“¿pero esto resulta entretenido?”.
La película dura 140 minutos aproximadamente
y, aunque no hubiera apostado por ello, no se me hizo larga.
Ojo, esto no quiere decir que estuviera
viviendo en una montaña rusa de emoción sin límite esas casi dos horas y media
porque, sinceramente, me resultó un tanto fría.
Entiendo que Moisés se lance a salvar a la
mujer que le ha criado (y que resulta ser su hermana Miriam) pero como esta
apenas lleva treinta segundos en pantalla no he establecido ningún vínculo con
el personaje y la escena no me emociona lo que seguramente debería.
Al final no me aburrí y pude pensar un poco
pero lo que valga esto dependerá de cada cual.
En otro orden de cosas, “Los Diez
Mandamientos” me resultó mucho, mucho más espectacular. Me resulta muy extraño
ver un Egipto perpetuamente gris, los colores son muy apagados y no resulta
visualmente llamativa.
Nada, ni un cielo azul en Egipto. Con la solana que debe de caer por allí...
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También destacaría que Moisés es el
protagonista absoluto de la historia. Cierto que también sale Ramsés, un poco
Séfora y Dios bajo imagen de niño, pero todo el resto de personajes queda
desdibujado y en segundo plano, si es que llegan a tener alguna línea de
diálogo.
Si a esto le añadimos que Bale quedaba muy
bien como el sombrío Batman pero no llena la pantalla como Charlton Heston y su
barba patriarcal, que no tiene nada que ver el Ramsés un tanto timorato de
Edgerton con la fantástica chulería que rezumaba Yul Brinner y que nos falta
una Nefertiri de frases cuasi-sonrojantes (“Oh,
Moses, Moses, you stubborn, splendid, adorable fool!”), un maestro matarife
como Vincent Price o una rata como Edward G. Robinson, tenemos un entretenimiento
a medias.
Por cierto, el que falten momentos como el
del becerro de oro o Moisés diciendo: “¡Libera a mi pueblo!” también le
quita algo de impacto.
¿No es esa Sigourney? Sí, pero los secundarios están bastante desaprovechados. |
Total, que como película filosófica, tiene
sus ideas pero le sobraría ambición de gran espectáculo y como espectáculo, tiene
sus momentos pero se queda corto.
Yo os recomendaría precaución al acercaros
porque no sé si será exactamente lo que estabais esperando.
No se pierde nada por probar pero tampoco os
señalarán por la calle si no la veis.
Hasta la próxima.
P.D: al parecer también se ha discutido bastante la necesidad de, en pleno siglo XXI, seguir usando actores anglosajones para papeles de Oriente Medio.
No le falta razón al argumento pero, lamentablemente, la taquilla manda.
Esto va a ser un poco largo, pero creo que vale la pena para el que no haya leído la Biblia últimamente.
ResponderEliminarYa sé que no tiene mucho que ver con la película en sí, pero siempre me ha fascionado el asunto.
Éxodo
Capítulo 9
...
13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.
15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.
16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.
17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?
18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.
19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá
...
27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.
28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más
...
34 Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.
35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés
Capítulo 10
1 Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,
2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.
Y así todo el rato.
¡Faraón no es malo ni orgulloso ni nada, es un pobre hombre al que Dios no le deja rendirse para poder seguir cebándose con él!
Moisés, ve y dile a Faraón que les voy a dar para el pelo si no os deja ir.
Moisés va, se lo dice, le da para el pelo (el poco que le queda) y Faraón NO se arrepiente y NO les deja ir porque Dios le endurece el corazón.
Así Dios puede seguir explicánoselo a Faraón.
¿No es un poco maquiavélico este Dios? Te voy a dar hasta que me canse, porque ya me voy a encargar yo de que sea así.
Dios quiere entretenerse un rato con los egipcios por aquello de que la eternidad es muy larga y aburrida, y Moisés cree que está ayudando a su pueblo frente a Faraón, pero solo es un monigote sin voz ni voto y ni siquiera es útil, ya que Dios ya se encarga el solito de desfacer el entuerto.