- En el
consejo del ducado… - pronunció titubeando Jarre - …es decir, en Ellander, se
dijo que la victoria en esta guerra es tan importante porque… porque es una
gran guerra que pondrá fin a todas las guerras […]
Yarpen Zigrin mantuvo la calma, mirando al
joven con atención y casi con preocupación.
- Hijo – habló al cabo muy seriamente -. Mira. Ahí junto al mostrador está sentada Evangelina Parr. Es, hay que reconocerlo, de buenas carnes. ¡Bah!, incluso se puede decir que enormes. Pero, sin ninguna duda y a pesar de sus medidas, no es una puta capaz de poner punto y final a todas las putas.
- Hijo – habló al cabo muy seriamente -. Mira. Ahí junto al mostrador está sentada Evangelina Parr. Es, hay que reconocerlo, de buenas carnes. ¡Bah!, incluso se puede decir que enormes. Pero, sin ninguna duda y a pesar de sus medidas, no es una puta capaz de poner punto y final a todas las putas.
No es la
cita más elegante pero es sorprendente y tiene mucha miga. Primero porque
invita a un sinfín de reflexiones: ¿puede tener sentido una guerra?, ¿es
inevitable?, ¿por qué es inevitable?, ¿hay algo que hacer al respecto?, ¿Dónde acampan
ejércitos nacen zarzas?, ¿si vis pacem para bellum?... Y cada cuál que ponga
sus respuestas.
Además me
recuerda a algo que decía mi profesor de Literatura del instituto, que un taco
bien usado puede añadir mucha expresividad. En este caso reconozcamos que si la
señora Parr hubiera sido una panadera muy hábil pero no tanto como para poner
punto y final a las demás panaderías se hubiera quedado un mensaje igual de
válido pero mucho menos contundente.
Tacos sí, pero los justos y bien usados.
Hasta la
próxima.
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