Seguro que ya sabéis que, el mes pasado, Manowar
anunciaba que se retiraban a finales del año que viene, tras una gira que sería
todavía más apoteósica que todas las anteriores. Esto me dio que pensar;
primero en cómo pasa el tiempo, ya que conocí el grupo en el 92, y luego en la
trayectoria de los neoyorquinos.
Si alguien es muy nuevo en esto (para lo que
basta ser más joven que yo), pero tiene interés en iniciarse en la banda, le
recomendaría, sin dudar, sus cuatro primeros discos (Battle Hymns, Into Glory Ride, Hail
to England y Sign of the Hammer)
que conforman el núcleo de los que llamaríamos “clásicos indiscutibles”. Por
supuesto que se pueden discutir, nada más lejos de mi intención que dictar
sentencia, pero la opinión general que me ha parecido percibir es esa.
¿Álbumes perfectos? No, diría que tienen
canciones irregulares. Por ejemplo, incluso estando seguidas en el mismo disco,
Black Arrows y Bridge of Death no tienen nada que ver… como el cielo y la tierra,
vamos. Si me tenéis que preguntar cuál es la buena, es que no las habéis
escuchado. Dadles un tiento y veréis.
Pero a pesar de algunas canciones que no
están a la misma altura que otras compañeras, es cierto que el nivel general es
alto y que hay algunas que yo calificaría de tremendas. Algunas de mis
favoritas, no ya del grupo sino de todos los tiempos, están en estos cuatro
discos (Battle Hymn, Secret of Steel, Bridge of Death, Mountains,
Thor, Blood of my Enemies, Revelation
o Dark Avenger son buenos ejemplos).
Después de esta edad dorada de la épica se
decantaron por canciones más simples, más directas y, por así decirlo,
facilonas. Que esta descripción no os engañe porque, como en los anteriores, no
todas son clásicos, pero hay canciones muy buenas, por simples que puedan ser (Black Wind, Fire and Steel, Hail & Kill o The Crown and the Ring).
A todo esto, al guitarrista (Ross “the Boss” Friedman)
no le gustó la dirección que habían tomado en ese último par de discos y picó
espuelas para dedicarse al punk, según tengo entendido, y el batería (Scott
Columbus) se fue detrás por motivos que, al final, resultaron poco claros. Esto
llevó al mayor lapso entre discos hasta el momento y a publicación de The Triumph of Steel, disco ya comentado
aquí. Extraño y quizá no del todo bien pensado, pero el primer disco que me
hizo pararme a leer las letras y ver de qué iba todo eso de la música así que
no puedo ser realmente objetivo. Además, hay canciones muy buenas, qué
demonios.
Después de este disco volvió el batería
anterior. Una lástima, porque me gustaba más el de The Triumph… (Kenny Earl
Edwards, “Rhino”) Además, volvieron a cambiar el guitarrista. Otra lástima,
porque me gustaban más los dos anteriores. Este, Karl Logan, no está mal pero Ross
me resultaba más imprevisible y me gustaba más el shred de David Shankle. Logan es más melódico que los anteriores,
pero más predecible. Aún así no es manco y tiene solos que me gustan mucho (Hand of Doom, por ejemplo).
A partir de aquí van pasando los años y
parecen concentrarse más en hacer giras y grabar directos y DVDs, dejando un
gran espacio entre disco y disco.
El siguiente (Louder than Hell) viene a parecerme el equivalente a No Prayer for the Dying, el intento de
la banda de hacer un disco más simple, directo y menos elaborado que el
anterior. Ninguno de los dos sale como habían esperado, aunque ninguno de los
dos es tan malo como pueden parecer. A Louder…
le sobran un par de canciones demasiado parecidas entre sí, pero tiene
algunas cosas interesantes, como Outlaw o
Today is a Good Day to Die, que no sé
si es una genialidad o una estupidez, pero me gusta.
Un montón de años después viene Warriors of the World, uno de los discos
peor pensados que recuerdo. No porque las canciones, simples como son, sean
malas, sino porque tiene algunos cortes que, claramente, sobran (The March, Valhalla, Nessun Dorma y An American
Trilogy). Si quitas esas e incluyes el single The Dawn of Battle (y quizá I
Believe como bonus track) sale un disco muy apañado, aunque el orden de las
canciones es mejor que lo pongas a tu gusto.
Otro montón de años después viene Gods of War un disco donde Joey deMaio,
el bajista y principal compositor desde hace muchos años, dio rienda suelta a sus ínfulas
de gran creador, músico clásico y poeta salvaje, por así decirlo, y mezcla
nueve canciones de metal clásico con siete instrumentales orquestales,
interludios, narraciones y extractos de otros cortes, llevando la duración a la
hora y cuarto de forma innecesaria.
Nuevamente, con un poco de trabajo de cortes
aquí y allá os podéis quedar con un disco de diez canciones muy dignas, con
algunos momentos muy chulos, como el coro final de Odin.
Por último nos "regalaron" The Lord of Steel, que es el disco que esperaba no tener que ver de
Manowar. Un disco que sigue la estela de los anteriores pero donde la calidad
de las letras cae en picado, la producción es mala y los detalles brillan por
su ausencia (Born in a Grave no es
mala canción, pero la repetición del estribillo, sin ninguna variación, durante
1’ 47” al final, no ayuda en nada; esta repetición es un mal endémico del disco).
El hecho de que se note la edad en la voz de Eric Adams viene a acabar de
condenar un disco que, si hubiera sido un poco más mimado, podía haber dado el
pego, pero que tal como está, no es suficiente para los autoproclamados “Kings
of Metal”.
Si lo juntamos todo tenemos un grupo que
durante sus diez primeros años sacó siete discos que van de lo entretenido a lo
auténticamente clásico y durante los siguientes veinticinco sacaron cuatro
discos que van de lo entretenido a lo discutible e incluso lo perezoso. Muchos
directos, eso sí, que igual es que daban más dinero, pero uno se queda con la
sensación de haber visto cómo se dilapidaba el crédito obtenido por un trabajo
bien hecho.
¿Recomendables a pesar de todo? Por supuesto
pero tienes que saber quedarte con lo bueno e ignorar lo malo, que lo tienen,
claro, como la imagen macho-macho-man que siempre han lucido y que tan pocos
favores les ha hecho, o la tendencia a la exageración y autobombo (“The Gods Made Heavy Metal and they saw that
it was good”, “Other bands play,
Manowar kills” o “We are the Hammer
of the Gods, we are thunder, wind and rain”).
Si puedes ignorar estas cosas o reírte
sanamente, tienes más posibilidades de encontrarles el puntillo pero, si te las
tomas muy en serio, lo normal es que te encanten o les odies (con tendencia a
lo último, seguramente).
Esto no pretende ser un recorrido exhaustivo
ni mucho menos, pero han sido muchos años y había pensado que qué menos que
dejarles unas líneas de despedida.
Gracias por todo y, a vosotros, hasta la próxima.