Paranoia, paranoia... Superparanoia... |
Hola a todos. Hoy os traigo “The Invisible
Man”, un nuevo giro a la conocida historia de H. G. Wells.
La película tiene dos partes bien
diferenciadas. Tiene un planteamiento y una caracterización muy interesantes,
pero luego patina en la ejecución.
En este caso el titular hombre invisible es Adriana,
un maltratador, controlador, manipulador y despreciable científico, puntero en
el campo de la óptica, pero repugnante en el campo de las relaciones humanas,
en especial con su mujer, que es la relación en la que se centra la película.
La susodicha esposa (Cecilia) está interpretada,
y bien interpretada, por Elisabeth Moss (a la que, por alguna casualidad, sólo
he visto en películas donde pone cara de angustia) y sabe transmitir el miedo,
la ansiedad y la paranoia donde te sumerge este tipo de relación.
La película empieza con Cecilia cogiendo sus
cosas y huyendo en plena noche de la casa conyugal, mientras Adrian la persigue
y promete que lloverá fuego y azufre. El caso es que Adrian se suicida poco
después, pero Cecilia no puede quitarse la impresión de que Adrian sigue ahí,
mirando, acechando y esperando su momento. Toda esta parte me gusta mucho y me
parecen bien llevadas, como ya he dicho antes, la angustia y la paranoia. El
miedo llega a tal punto que te preguntas si realmente habrá alguien acechando o
si todo está en la cabeza de Cecilia. No, esto no quiere decir que esté loca, sino
que es una consecuencia natural de un estrés crónico. La sombra de un
maltratador es muy larga. Parafraseando al Bardo y citando literalmente a Iron
Maiden: “The evil that men do lives on and on”.
El problema es cuando empieza a
materializarse la amenaza del hombre invisible ya nos olvidamos un poco de todo
esto y vamos a una cinta de terror mucho más normal (con sustos, golpes y sangre,
en vez de una amenaza mucho más psicológica), cayendo en los clichés negativos
del género.
Por ejemplo, los testigos de lo que ocurre se
niegan a creer lo que ven sus ojos y prefieren acusar a Cecilia de todo lo que
pasa. Se niegan hasta el punto de la inverosimilitud. Está claro que no puedes
explicar lo que ha pasado porque no sabes que existe un hombre invisible, pero
no puedes acusar de agresión a una mujer sentada a dos metros de distancia, a
la que estás mirando todo el tiempo y no se ha movido. Ella no te ha pegado, es
evidente para el espectador y debería ser evidente para los personajes.
Sin entrar en detalles, hay otras escenas
donde las leyes de la probabilidad y de la física saltan por los aires y la
credibilidad de la cinta cae en barrena. Por no decir que el hombre invisible,
cuando empieza la acción, parece un terminator
y ya os digo que no es un Seal o un exMossad.
Nada encaja con el ambiente generado al principio y me da mucha rabia,
porque el principio me pareció de lo más interesante y me estaban dando muchas
ganas de que me gustara la película, pero no puedo suspender mi incredulidad
hasta tal punto.
Igual si hubieran hecho dos películas, una más psicológica con la parte interesante, y un slasher mucho más típico con el resto, me hubiera quedado más satisfecho, pero las dos partes juntas... no me encajan.
Podéis darle una oportunidad porque la
premisa y las interpretaciones me gustaron y quizá podáis verle la gracia (es
un decir) a las partes que a mí me chirriaron, pero no os la voy a recomendar
muy encarecidamente.
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