sábado, 6 de septiembre de 2014

El castillo ambulante

La carátula.

Hola de nuevo. El otro día volví a ver "El castillo ambulante" (ハウルの動く城 en el original; "El castillo ambulante (o móvil) de Howl"), que os comento brevemente.

Como seguramente ya sabréis se trata de uno de los títulos del famoso estudio japonés de cine de animación, Ghibli, y su principal director, Miyazaki Hayao. Está basada en la novela homónima de Diana Wynne Jones (que no tengo el gusto, así que no las puedo comparar).

Calcifer.
Nos cuenta la historia de Sophie, una sombrerera, joven sólo por fuera, que recibe una maldición de la malvada Bruja del Pantano que la convierte en una anciana de 90 años.
Para romperla tendrá que verse envuelta en el conflicto entre la Bruja y el misterioso hechicero Howl, en la guerra entre dos reinos y conocerá a los personajes más variopintos, como Calcifer, el demonio de fuego más simpático que se ha visto en pantalla, un espantapájaros animado, el perro de la hechicera real...

Por supuesto este viaje a la vejez le permitirá a Sophie descubrirse y aprender a valorarse a sí misma, ayudar a Howl a luchar contra sus propios demonios interiores, redimir en cierta forma a la Bruja del Pantano...
Además, como viene siendo habitual en el cine de Ghibli, se da peso a la relación con la naturaleza y se lanza un mensaje pacifista (donde acampan ejércitos nacen zarzas).

Sophie y Howl. El vuelo es uno de los temas recurrentes de Miyazaki.

La película es tremendamente imaginativa y llena de sorpresas y pequeñas maravillas. Es divertida, muy bonita, los paisajes son espectaculares y el mensaje tiene calado sin resultar empalagoso (como pasa en algunas películas de dibujos).
¿Y sabéis qué es lo más curioso? Que ni siquiera es de las mejores películas de su creador, sobre todo por un final bastante brusco donde todo se soluciona en menos de cinco minutos.

Un elenco curioso.

El hecho de que esta pequeña joya no sea de lo mejor de su creador nos permite hacernos una idea de lo grande que es este artista y de la suerte que ha sido poder vivir la era Miyazaki.

Y nada más, porque sólo la puedo recomendar. Hay que verla, como todas las del maestro Miyazaki (¡genio!).

Un saludo.

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