La portada en DVD. Ya se nota la tensión. |
Hola a todos. A rebufo con la
interesante opinión de la Rana Sonriente y el acertado comentario del amigo
Colors yo voy a aportar la parte artística del problema de las parejas. Las “malas
parejas” son un tema duro en la vida real, pero hacen películas
extraordinarias, por ejemplo, Who’s
Afraid of Virginia Woolf? (¿Quién
teme a Virginia Woolf?).
Esta película está basada en la
obra de teatro homónima del dramaturgo Edward Albee. En este caso, por lo que
he podido averiguar, la adaptación es muy fiel.
El título es un juego de palabras
con la canción Who’s afraid of the Big
Bad Wolf? (¿Quién teme al Lobo Feroz?) de Los Tres Cerditos, y el nombre de
la escritora británica Virginia Woolf. Anécdota; cuando cantan este verso en la
película no usan la música original de Who’s
afraid of the Big Bad Wolf?, sino
que usan otra rima infantil (Here we go
round the mulberry bush) porque Disney cobraba caros los derechos de autor.
Nick, George, Honey y Martha. |
George y Martha (Richard Burton y
Elizabeth Taylor; ahí es nada, dirán nuestros lectores más clásicos) son un
matrimonio de mediana edad. Él es profesor de Historia en la universidad y ella,
la hija del presidente de la misma.
La historia comienza cuando
vuelven de una fiesta y han (bueno, ella ha) invitado a un joven matrimonio,
Nick y Honey, a su casa a tomar unas copas.
El drama estalla enseguida. Siguiendo
el comentario de Colors a la entrada anterior, son mitad discusión y mitad
reproches, y arrastran a Nick y Honey al mismo juego.
El valor embotellado, otro de los protagonistas. |
Las dos parejas son maravillosos
ejemplos de “malas parejas”. Están desgastados por continuos roces durante
muchos años (“No te puedes permitir
desperdiciar buen licor, no con TU salario” o “Marta se está cambiando [de ropa], y Marta no se está cambiando por mí, Marta no se ha cambiado por mí en
años…”), por la incomprensión (¡No
puedo soportarlo! / ¡Puedes soportarlo, por eso te casaste conmigo!”), están
juntos por motivos equivocados (embarazo, dinero…), tienen objetivos distintos
en la vida (quiero hijos/no quiero hijos)…
Los hijos tienen un peso fundamental
en la historia, no sólo los de los protagonistas, sino que ellos mismos son
adultos que siguen dependiendo de sus padres a pesar de la edad (por ejemplo George,
el profesor, y el padre de Martha, presidente de la universidad).
No os voy a contar los detalles
de cada uno de estos factores, lo interesante es ir descubriéndolos pero sí que
os comento que a todo esto hay que añadirle dos sumandos: el alcohol (“¿Puedo usar el… eh… bar? / Oh, sí… sí… por
supuesto. Bebe, lo necesitarás conforme pasen los años”); y la mentira. No
sólo las mentiras que les contamos al resto para aparentar que somos mejores de
lo que somos y mantener las apariencias, también las mentiras que nos contamos
a nosotros mismos para poder seguir adelante en una realidad que no podemos
soportar. Nos ocultamos bajo capas de mentiras porque tenemos miedo, hasta que
ya no podemos verla y avanzamos, pero, ¿a qué coste?
Al final, como suele pasar en la vida real, todo sale a la luz pero el daño ya está hecho. Sólo podemos esperar que les sirva de catarsis.
¿Demasiado tarde? |
Todo esto (y más) se desarrolla
entre diálogos corrosivos y emociones sobrecogedoras dignas de los buenos
melodramas. Lo más sobrecogedor de todo es ver en la película el reflejo de
algún comportamiento o el eco de alguna frase que has oído en la vida real.
En fin, si queréis ver el ejemplo
práctico de todo lo que comentaban acerca de las parejas, aquí tenéis la oportunidad
de hacerlo disfrutando de una gran película.
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