jueves, 31 de diciembre de 2015

The Book of Souls - Iron Maiden





El otro día me llamó Steve Harris muy preocupado para preguntar cómo es que aún no se había comentado “The Book of Souls” en el blog, del cual es ávido seguidor.
-      ¿Es que no te ha gustado? - me preguntó.
-      No es eso, hombre, – le dije - es que ha habido mucho lío por aquí, pero no te preocupes que me parece bueno. Bueno de verdad. En cierta forma – seguí explicándole – me recuerda al “One Man Army” de Ensiferum…
-      Pues tampoco es que nos parezcamos demasiado – se sorprendió.
-      No, claro – continué. Lo que quiero decir es que creo que los dos discos son la evolución lógica, y en la dirección correcta, de un estilo que en las entregas anteriores (“Unsung Heroes” para los finlandeses y “The Final Frontier” para vosotros) no había recibido la acogida deseada (aunque fue mejor para “The Final Frontier”).

En “The Book of Souls” seguís con la senda que habíais tomado hace ya bastantes años, con las canciones más largas de toques progresivos, aunque en esta ocasión os he visto más moderados; la jugada de meter 5 canciones seguidas con una duración media de 9 minutos al final de “The Final Frontier” no acabé de verla clara, pero aquí, al menos, habéis repartido mejor las duraciones. Son canciones largas, indiscutible, como las pelis de Tarantino, sabes que van a ser dos horas y media o más, take it or leave it (esto lo dije en inglés por gustarme), pero al menos no las habéis puesto todas juntas.

A esto podemos añadirle el hecho de ser un doble disco, por lo que, según tengas el ánimo, puedes oír uno o el otro y se quedan en unos 45 o 50 minutos, que es una duración muy razonable, aunque he de decir que los he escuchado seguidos varias veces y no se me han hecho pesados para nada, cosa nada fácil, por cierto.
Una vez leí comentar una frase que me pareció muy acertada y había incorporado a mi forma de pensar, y es que muy pocos discos dobles no pueden mejorarse quitando algunas canciones y dejándolo en un único volumen. Sin embargo, en “The Book of Souls” prefiero poder escuchar cualquiera de las dos mitades que dejarlo en un behemoth de hora y pico, que se me haría mucho más largo, aunque sea dejando sólo las canciones que más me gustan.

Dentro de las canciones he encontrado lo que esperaba encontrar, así que, ¡qué te voy a contar! Es Iron Maiden de arriba abajo, con esa facilidad que siempre me parece pasmosa para encontrar melodías que no resultan para nada complejas (especialmente para guitarristas poco avezados como tu seguro servidor) pero que funcionan como un reloj suizo. Me tienes que pasar la receta.
-      Trabajo, trabajo y trabajo.
-      Preferiría una respuesta menos fatigosa, gracias, pero veré qué puedo hacer. Por otro lado es cierto que los típicos males de tu grupo siguen ahí, exceso de duración, tendencia a la repetición de pasajes (lo que lleva al exceso de duración) y un pequeño exceso de ambición en monstruos como “Empire of the Clouds” que en algunos momentos divaga, aunque he de reconocer que en ningún momento se estrella como el dirigible sobre el que canta.
O sea, que todo el problema que tengo con “The Book of Souls” es un par de minutos de aquí y allá en un par de canciones que, por otro lado, he de reconocer que me resultan mucho más interesantes y pegadizas que “The Final Frontier” o “A Matter of Life and Death” (al menos no usáis la introducción acústica por decreto; que de vez en cuando está muy bien, pero por decreto (como los “¡Ha!” de Attila al final de todas las canciones de “Blood of the Saints”), no).
Long story short (estaba inspirado con el inglés ese día), no es perfecto porque no hay nada perfecto (salvo las intenciones, como decían en “Robin Hood: Prince of Thieves”), pero es lo mejor que puede ser, y eso es muy, muy bueno. Tiene un nivel de energía e inspiración digno de encomio para una banda tan veterana y cumple eso tan difícil de ser fiel a tu estilo sin repetirte y progresar sin perder tus señas de identidad.
Yo creo que habéis conseguido el disco al que estabais apuntando casi desde “The X Factor” y posiblemente el mejor desde “Brave New World”, o sea, que no te procupes que tienes todo mi apoyo.
-      Me dejas más tranquilo.
-      Por cierto, la portada podría ser mejor. Últimamente no os veo muy finos con las cubiertas, claro que no tiene nada que ver con el desastre de “Dance of Death”, pero que ese sea todo el problema. Ah, y transmite nuestra alegría por su recuperación al señor Dickinson.
-      De tu parte. Me pones a los pies de tu señora.
-      Ni de broma. Hala, ya te llamo yo otro día. Bye.
-      Bye bye.


P.D.: es posible que Mr. Harris no me llamase en el sentido estricto de la palabra, pero seguro que lo tiene en mente y le ha faltado tiempo.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Chappie

"La última esperanza de la humanidad no es humana"
Como frase promocional no queda mal del todo, pero es que la humanidad no está en peligro en ningún momento de la película, ni siquiera toda Johannesburgo.
Se ve que pensaron poner algo chulo, independientemente de lo que se ajustase al argumento.


“Chappie” tiene algo que no acaba de funcionar. Sólo para escribir esta reseña me he tirado dos semanas, se ha colgado el ordenador varias veces y se me ha estropeado un pendrive.
Aunque es un poco tonto echarle la culpa de todo esto a la calidad de la película reseñada, también es difícil no pensar en que hay una relación directa y que si os hubiera comentado “Citizen Kane” todo hubiera ido bien.

El caso es que esta es la tercera película del sudafricano Neill Blomkamp, tras “District 9” y “Elysium” (ninguna de las cuales me cuajó), y nos lleva a una Johannesburgo que, acosada por un alto índice de criminalidad, lleva a las calles un cuerpo de robots policías gestionados por una compañía privada, al más puro estilo Robocop.
El ingeniero que los creó acaba de desarrollar la primera y verdadera inteligencia artificial con conciencia de sí misma, está loco por probarla pero  no le dan luz verde. Ni corto ni perezoso roba uno de los robots, que había resultado seriamente dañado en combate, y se dispone a sustituir su programa básico por la nueva inteligencia.
Hete aquí que una banda de criminales de tres al cuarto, con serios problemas financieros, elabora un plan brillante: “Seguro que el ingeniero que los ha creado tiene una especie de mando a distancia para apagar a los robots. ¡Secuestrémosle!”.
Con una facilidad pasmosa se llevan al ingeniero, al robot robado y a la inteligencia artificial. El siguiente paso es evidente, ponle la inteligencia al robot y le educamos (dado que se despierta a la razón con la mente en blanco) para que nos ayude a dar los golpes.
Y, aunque me haya alargado más de lo previsto, aquí comienza verdaderamente la película, en cómo se va desarrollando el robot (llamado “Chappie”; tenéis que ver la escena doblada y ver cómo tratan de traducir lo intraducible. Hubiera sido más fácil traducir el nombre del robot), cómo evoluciona su inteligencia y qué es lo que llamamos conciencia.

El caso es que esto se ajusta mucho más a la película.


El argumento, como podéis ver, no pinta tan mal pero en la película surgen varios problemas evidentes que merman considerablemente la experiencia.

El primero de ellos es que Chappie me resulta francamente cargante, quizá no tanto como Jar Jar Binks, pero cargante. Me explico, Chappie despierta a la conciencia sin ningún conocimiento pero con un alto instinto de conservación (esto quiere decir que le tiene miedo a todo), y se pasa una buena parte de la película lloriqueando lastimeramente. Al principio puede despertar una cierta compasión, pero cuando ya llevas una hora de película y Chappie sigue llamando a papi y a mami, gimoteando y gañendo, pueden darte ganas de que alguien le pegue un tiro. Si al menos se defendiera, corriera o hiciera algo, no lo vería tan mal pero, ¿para qué hacer algo si puedes lamentarte y tratar de dar toda la pena posible?
Además de llorar a todas horas, Chappie demuestra una ingenuidad del todo punto increíble. Una vez ya ha tenido contacto más que sobrado con el miedo, el dolor y la violencia, el hecho de que se crea que lanzándole un shuriken a alguien sólo le va a poner a dormir demuestra una soberana incapacidad de hacer las asociaciones lógicas más evidentes. En pocas palabras, el robot es tonto y lo demuestra en varias escenas más (como los coches que le había quitado a su “papi”…).
En definitiva, nuestro protagonista es un bobo quejumbroso. Mal empezamos.

Por otro lado, los antagonistas son de cartón piedra, con poco que ofrecer más que poner cara de malos, gruñir y hacer maldades. Cuando se trata del bárbaro criminal aún lo puedes entender, pero cuando se trata de uno de los colegas de nuestro ingeniero, que tiene un proyecto frustrado de robots policía (¿Robocop de nuevo?), uno espera algo más de profundidad, de ingenio, de algo. Especialmente cuando contratas a Hugh Jackman para el papel. No es que sea Laurence Olivier, pero da para bastante más.

Si os recuerda al ED-209 de Robocop es porque es un plagio descarado.


Pero al César lo que es del César, los “papi” y “mami” de Chappie, es decir, los criminales que secuestran al señor ingeniero, no están mal del todo, especialmente si tenemos en cuenta que no son actores al uso, sino raperos de la escena sudafricana (incluyen camisetas de su propio grupo en la película).

Los aspectos más interesantes de la película podría ser la exploración de la educación, relación paterno-filial o la reflexión acerca de qué es realmente la conciencia y la vida.

Resultaría interesante ver si les funciona mejor intentar proteger a Chappie del mundo o presentárselo tal cual es y que espabile. Lamentablemente esto se ve tan alterado por la irritante ingenuidad de Chappie que se me queda como un apunte sobre el que reflexionar más tarde.

Respecto a la conciencia, me resultó llamativo que  elimina la posibilidad de alma, al dejar la conciencia como algo copiable y transferible a formato digital. Sí, puedes almacenar la conciencia, personalidad y recuerdos de una persona en un pendrive. Especialmente curioso dado que Chappie llama “creador” al ingeniero (la asociación es inmediata). No tengo claro si aboga por la existencia o no de una inteligencia superior creadora de la nuestra.

Todo el tema de la inteligencia artificial nos remite directamente a “Neuromancer” pero sin aportar gran cosa. Además, el clásico de Gibson le da sopas con honda a Chappie, de la misma forma que “Robocop” (la original de Verhoeven, claro) es mucho más interesante que esta película que nos ocupa.

Por último diré que las escenas de acción sean posiblemente lo mejor de la película. No son las mejores de la historia del cine pero al menos ofrecen los tiros y explosiones que prometen.

Por no alargarme más, Chappie es un remedo de varios clásicos de la ciencia ficción muy superiores a él en todos los aspectos, de personajes poco atrayentes e intérpretes desaprovechados.
Como ciencia ficción pensante no me pareció que diera la talla en ningún momento y, como película de acción, seguro que podéis encontrar cintas más entretenidas y con menos morralla entre los disparos.

En definitiva, no.

jueves, 10 de diciembre de 2015

House on Haunted Hill (1959)

El cartel habla por sí mismo.

Hola de nuevo. Seguro que si menciono “House on Haunted Hill” la mayoría recordáis la medianita película de 1999, pero no esa la que nos ocupa ahora, sino el original de 1959.

La premisa es similar, un grupo de personas, aparentemente sin relación entre sí, reciben la invitación de un excéntrico millonario para pasar la noche en una casa encantada, con el cebo de que los supervivientes recibirán la cantidad de 10.000$. Claro, en estos días 10.000$ la noche no está mal (¡qué mal ha sonado esto!), pero en el 59 supongo que sería una cantidad mucho más interesante de dinero.

Los cinco invitados, el millonario y su “esposa trofeo” quedan encerrados en la mansión y pronto empiezan a desvelarse varios secretos y misterios, como que algunos invitados sí que se conocen, que el matrimonio anfitrión sólo se desea la muerte (y eso en el mejor de los casos) o la tenebrosa historia de propia casa, con varias muertes en su haber.

Evidentemente algún misterio tenía que haber, así que no podemos decir que el argumento sea especialmente original, pero esto es una cinta de terror de serie B del 59, no “Memento”, así que no se lo podemos tener en cuenta. Lo dejamos en que la historia es aceptable y se mueve en los parámetros del género.
Lo que sí le tendremos en cuenta, y para bien, es que la película dispone de un aluvión de elementos muy entretenidos, como cabezas de goma o esqueletos de plástico (ya he dicho lo de la serie B, ¿no?), pistolas para los invitados, fantasmas, sucesos inexplicables, retornos de la tumba y, por encima de todo, Vincent Price haciendo… bueno, de Vincent Price, como millonario refinado pero atormentado por su nefasta relación con su mujer. El resto del reparto no tiene ninguna pega y funciona perfectamente (con algún clásico como Elisha Cook, a quien igual no recordáis por nombre, pero al que seguro que reconocéis) pero es que Price es Price, así que me perdonarán por centrarme en él.

¡Grande!

Si juntas todos estos elementos y los juntas bien, como es el caso, sólo puede salir una película muy divertida. Quizá no sea especialmente aterradora, sobre todo para los estándares actuales, donde cualquier serie de televisión puede resultar mucho más espeluznante que cualquier película de la época, pero resulta encantadora y muy simpática. Nada que ver con el muy inferior remake.

Como curiosidad, aunque esto lo podéis ver en la Wikipedia (donde lo acabo de leer), esta película inspiró a Hitchcock para probar su propia película de terror de bajo presupuesto, que resultó ser “Psycho”, que da mucho, mucho más miedo que esta, ya os lo digo yo.
A su vez “Psycho” inspiró al director de “House…” (William Castle) para probar su propio slasher  “Homicidal”, que no he visto, pero nunca es tarde.

Total, que los amantes del terror más clásico y simpaticón tenéis que haberla visto o, al menos, ponerla inmediatamente en la lista de pelis para ver.