martes, 26 de septiembre de 2017

Rogue Legacy

¡La aventura espera!

Rogue Legacy es un arcade de plataformas indie, de estética retro, que se juega con los típicos: izquierda, derecha, disparo, salto, hechizo y una habilidad especial para cada profesión. En él exploraremos una serie de habitaciones pregeneradas repartidas aleatoriamente en cada partida (hay suficientes habitaciones distintas como para que no haya tenido ninguna sensación de reiteración en las 10 horas que llevo de juego) que incluyen cofres del tesoro, pasajes secretos, mini-bosses y algunos minijuegos de habilidad o azar.

Un arcade de la vieja escuela.

Cada vez que empezamos una partida nos dan tres héroes para elegir, con profesiones y habilidades o debilidades distintas. Es decir, que cada partida jugamos con lo que nos ofrecen y no con lo que nos gustaría. Si pudiera elegir, jugaría casi siempre con el Hokage o el Barbarian King, pero me gusta que introduzcan esta variabilidad para obligarnos a jugar con todos.
En cuanto a las habilidades/debilidades tenemos de todo; héroes cortos de vista (ves los bordes de la pantalla borrosos), más rápidos, calvos (¿?) e incluso locos, que ven enemigos que no existen realmente (con lo que podemos ignorarlos una vez ves que no existen, porque no hacen daño).

Además de los personajes aleatorios tenemos la parte “Legacy” del título, y es que al principio de cada partida podemos gastar el dinero que hemos ganado en la anterior para mejorar las habilidades de nuestro héroe, comprar mejor equipamiento y runas que otorgan habilidades especiales, como el doble salto, el vuelo o drenaje de vida/maná.
El equipo y las runas no sólo hemos de pagarlos con oro, sino que primero tenemos que haberlos encontrado en los cofres repartidos por el mapa.

Mejorar las habilidades es imprescindible porque nuestros primeros héroes son muy, muy flojitos y no sería de extrañar que las primeras partidas os duren un par de minutos, si llega. Bueno, igual es que yo soy muy torpe, pero no creáis que la partida media dura mucho.

El árbol de habilidades

Como podéis ver no es el juego más original del mundo pero es muy divertido y ofrece una rejugabilidad muy, muy alta, gracias a los personajes aleatorios, la mejora de habilidades y la regeneración del mapa a cada nueva partida.
Normalmente cuesta 15€, que me parece un poco excesivo, pero durante las famosas ofertas de Steam lo podéis encontrar a un precio mucho más moderado y que lo convierte en una compra muy, muy recomendable.



P.D: he leído que la respuesta del teclado es bastante mala, pero sólo he jugado con el mando de Xbox, así que no lo he probado, pero os aviso.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Piratas del Caribe - La venganza de Salazar



Hola a todos. Un amigo me dijo que ‘Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales’ (“Piratas del Caribe: La venganza de Salazar”), le había gustado más que ‘Kong’. Eso era prácticamente un desafío, así que me lancé a la aventura y ya he visto la susodicha película.

Yo creo que podemos coincidir todos en que ‘Dead Men…” es una mala película (incluso el susodicho amigo) pero eso no es ya ninguna sorpresa. La verdadera pregunta es si resulta entretenida y ahí es donde van a entrar vuestras fobias y filias.
No os voy a decir que ‘Kong’ era un joyel pero tiene monstruos gigantes y un momento de Black Sabbath en la banda sonora; ‘Dead Men…’ tiene a Jack Sparrow. ¿Resulta suficiente? Para mí es cuestión de expectativas.

Me explico.
Geoffrey Rush + Javier Bardem + Johnny Depp + presupuesto de 230.000.000 $ = ¿’Dead Men…’?
Algo falla, porque los recursos, evidentemente, estaban. Si la película no resulta mejor es porque el trabajo de los guionistas o directores no han sido bueno o suficiente.
Como resumen diría que la suspensión de incredulidad os tiene que funcionar a toda máquina. Yo con la edad me vuelvo más borde y picajoso, así que mal vamos por ahí...

Que no se me olvide decir que en esta película los barcos explotan como si fueran cargados de nitroglicerina.


De todas formas he de reconocer que he visto cosas peores, pero no con tantos recursos. La Rana siempre dice que hay que ver las películas sin expectativas y juzgarlas por lo que son pero, en este caso, soy incapaz de hacer tabula rasa.
Si fuera una película de serie B con mil veces menos presupuesto, posiblemente la hubiera visto con más entusiasmo y manga ancha, de la misma forma que si un niño de dos años acierta a hacer tres rayas dentro de un círculo nos parece una maravilla y si un estudiante de Bellas Artes hace lo mismo le expulsan como al “León-Come-Gambas”.

Dicho esto he de decir que la película mejora a la anterior, aunque eso no fuera muy difícil, aunque sólo sea porque es más corta. Por lo demás tenemos lo esperado: una pareja romántica tan sosita como los Turner, muchos chistes más o menos forzados, malos que una vez se hacen con el arma del poder absoluto no saben qué hacer con ella, sacrificios totalmente innecesarios, muchas preguntas sin resolver y un mar con más objetos mágicos que una partida de Dungeons & Dragons.

Resumiría diciendo que si os gustaron las anteriores esta ofrece un poco más de la dosis. Si hace tiempo que abandonasteis el barco ‘Dead Men…’ no os ganará para la causa.

sábado, 2 de septiembre de 2017

La La Land



Tenía ganas de ver La La Land. Tenía pinta ser de ser alegre y divertida, y tuvo tal revuelo que prometía mucho. Posiblemente ya la habréis visto pero, por si llegáis tarde a la fiesta, como yo, os cuento lo que me ha parecido.

Mia es actriz, y de las buenas, pero mientras espera su gran oportunidad trabaja en una cafetería en la Warner Bros.
Sebastian es músico y también lucha por encontrar reconocimiento como el gran pianista del jazz más puro que es, mientras malvive tocando por restaurantes, bodas y similares.
Se conocen, no se gustan para nada, se ven tres o cuatro veces por toda la ciudad (Los Ángeles, para ser precisos) y prende la chispa entre canción y canción.

Hasta aquí lo que podéis encontrar en cualquier resumen del argumento y suficiente como para que cualquier persona aficionada a la comedia romántica y/o al musical levante las orejas con un cierto interés. De hecho esta premisa da pie a una primera hora que, sin parecerme especialmente estelar, sí que me pareció entretenida y muy aceptable.

En la segunda hora empiezan los problemas, que en buena parte se arrastran de la primera, pero es aquí donde empieza a entrar agua.

Sebastian al piano, porque no sabe hacer nada más, ni ganas que tiene.

Me explico. La parte buena son las interpretaciones. Como sin duda ya sabréis Emma Stone se llevó el Oscar por su interpretación de Mia y es cierto que despliega una tremenda dosis de encanto. Ryan Gosling hace de Ryan Gosling, con su expresión patentada de estar en un mundo algo distinto al de los demás, pero también bien porque su personaje tampoco está del todo en este mundo.

La parte mala es que, aunque las interpretaciones son buenas, sólo tenemos dos personajes. No literalmente, pero las amigas o los padres de Mia, la hermana de Sebastian o su colega Keith, aparecen lo justo, hablan menos y parecen servir para bastante menos de lo que uno esperaría.
Si fuera un estudio en profundidad de dos personajes y su relación esto no tendría mayor importancia, pero acabé con la impresión de que no conocía a Mia y a Seb más allá de que son grandes artistas y grandes soñadores. Como hay un par de referencias a “Singin’ in the Rain” me permito yo hacer referencia a la escena de “dignidad… siempre dignidad”, donde en apenas unos minutos tenemos mucha más información de Don Lockwood que en toda esta película acerca de sus protagonistas.

Mia y las amigas que no vuelven a salir, vestidas de Parchís.
La relación también me parece bastante artificial. El inicio siempre lo es. La comedia romántica se apoya mucho en la atracción de los opuestos, la primera vista y otros mecanismos de dudosa utilidad en la vida real. Esto forma parte del género y lo abrazamos como tal. El problema viene cuando la relación empieza a agriarse y la mayoría de los problemas se resolverían sólo con que  los protagonistas mantuvieran una conversación medianamente normal.
Tu pareja no tiene trabajo estable. Si un antiguo amigo le ofrece una buena oportunidad y tu pareja la rechaza, ¿no le preguntarías por qué? Yo no sólo preguntaría, sino que como canta Lordi: “Bite it like a bulldog/To the bone/Never let it go”. En mi pobre experiencia de la vida real, la curiosidad es una fuerza casi irresistible.
Si luego aceptas el trabajo como músico, ¿no hablarías con tu pareja de si te gusta o no y del tipo de música que vais a tocar? Porque en la escena del concierto Mia, evidentemente, no sabe qué tipo de música toca el grupo de Seb. ¿Tan pobre es la comunicación entre ambos?
Hablando de trabajo. Si va a salir de gira, ¿no es previsible que pase mucho tiempo fuera de casa y ya se haya hablado de cómo se va a enfocar esa etapa?
Si vas a llegar tarde a uno de los días más importantes de la carrera profesional de tu pareja (como cuando estrena su propio monólogo), ¿de verdad no puedes posponer la sesión de fotos con tu grupo, que realmente no te gusta? O, al menos, ¿no puedes coger el móvil y avisar? Por algún motivo los móviles no funcionan entre Seb y Mia.

Desde un punto de vista podemos decir que la relación entra en crisis por la disyuntiva de perseguir sus sueños profesionales o su vida como pareja. Pero no es así, es por imperativo del guión. Es artificial, está amañado y se nota. Entonces la película me empezó a chirriar y seguí haciéndome preguntas como, ¿de verdad su obsesión por el jazz puro es tan grande que no es capaz de seguir una orden sencilla como “cíñete al repertorio navideño”? ¿No es capaz de tocar esas piezas en clave de jazz, si tan importante es para él? Un inciso para recordar “Christmas Eve” de Savatage (mezcla de villancico tradicional y metal; corred a escucharla si no la conocéis).
Si tu obsesión te impide seguir una instrucción sencilla para mantener tu empleo dejas de ser un soñador y pasas a ser alguien con problemas psicológicos.

Esto me lo planteé, insisto, a posteriori. Mientras me dejé atrapar por el buen rollo de la primera parte todo me parecía bien.

Escena inicial, donde todo el mundo sale del coche a cantar y bailar, no vuelven a salir para nada y a nadie le importa.

Como la Rana Sonriente tuvo a bien señalar, no todas las canciones encajan bien con la acción y en alguna ocasión la historia se detiene para dejar pasar una canción y luego sigue con lo que estaba. No es particularmente grave pero tampoco ayuda.
Me gustaría decir que las canciones son la monda, pero no lo voy a decir. Me gustaron los pasajes de jazz y de piano, eso sí.

Para finalizar diré que se esfuerza tanto en referenciar clásicos del cine que hasta yo conozco (“An American in Paris”, “Singin’ in the Rain”, “Casablanca”, “Rebel without a Cause”…) que no puede sino quedar corta ante tan altas aspiraciones.

Igual no me ha quedado una crítica muy brillante, pero tengo mucho sueño así que, de lo hablado, baste con lo dicho.

Resumen, mientras se mantiene en la comedia romántica se deja ver sin ningún problema. No diría que es una gran película, pero tiene su encanto. Cuando empieza el núcleo dramático se ven demasiado los cables, me resulta todo muy artificial y pierdo interés muy rápidamente.
El total es una película que, sin ser lo peor que he visto ni mucho menos, no cubre las expectativas del exitazo que la avalaba.
Véase con precaución, aunque seguro que os gusta más que a mí.