domingo, 12 de julio de 2015

Mad Max - Fury Road

Furiosa está tan presente como Max, o más, en la portada.
Es por algo.


“Mad” Max ha vuelto. Después de tantos años vagando por los confines del desierto postapocalíptico ha encontrado el camino de vuelta a la gran pantalla (aunque lo mismo podíamos decir que han hecho la película de Imperator Furiosa con “Mad” Max como estrella invitada porque el protagonismo es compartido en esta historia).

Siguiendo la dirección de la trilogía original nos encontramos un mundo cada vez más acabado (si no recuerdo mal el mundo de “Mad Max” era bastante menos apocalíptico que el de “Beyond Thunderdome”), lleno de personajes grotescos y extravagantes, cutrecnología sorprendentemente funcional y la decadencia absoluta de la moral y civilización.
Por este paisaje desolador vaga Max, atormentado por los fantasmas de las tragedias pasadas, pero vaga durante los dos primeros minutos  porque a partir de ahí le caen encima los chicos de Inmortan Joe (el malo de todo esto) y le empiezan a llover palos. Durante la primera media hora Max es una mezcla de punching-ball, mascarón de proa y bolsa de transfusiones que ríete tú de John McClane.
Por suerte se ve envuelto (como mascarón de proa, insisto) en la persecución de Imperator Furiosa, renegada de las tropas de Inmortan Joe, donde aprovechará para escapar y unirse a ella en su huida.

Una imagen que resume muy bien la película.

La película podríamos decir que es una road-movie pero realmente es una chase-movie porque se trata de una persecución, no de un viaje, de dos horas. ¿Agotador? Depende de gustos. Es una película de acción al estilo Rockatansky, es decir, con una plétora de vehículos, a cual más imaginativo, en eterna persecución, colisión y explosión.
Por supuesto la historia se ve aderezada con pensamientos acerca de la supervivencia, la libertad, el hogar, la esperanza, la redención, el poder de la religión (o de la fe, que no es lo mismo), incluso hay una tormenta espectacular que me hizo pensar en el cambio climático y estoy seguro de que no se puede usar la expresión “destino manifiesto” sin una intención política detrás. Vamos, que la historia tiene una cierta enjundia para tratarse de una peli de acción pura. Quizá no sea la más profunda reflexión acerca de la naturaleza humana pero tampoco es, ni mucho menos, tan boba como muchas de las cosas que se pueden ver por ahí.

A los puristas os diría que me pareció que sí que mantenía el legado de “Mad” Max de una forma bastante digna, no como muchos de los remake y reboot que hemos visto en los últimos tiempos. Esta película no acaba de encajar en ninguno de esos conceptos siendo, sencillamente, la cuarta película de la saga (ojo, que parece que vienen unas cuantas más). No en vano es el mismo director de las anteriores por lo que el estilo es, lógicamente, similar.

Kablooie!!!

Técnicamente agradecí que los colores fueran vivos y la imagen vibrante, muy alejada de la apagada “Exodus” por poner un ejemplo, y también que la acción se narrara de forma clara, no con una cámara temblorosa, pegada a la nariz de los actores y en planos de una décima de segundo.
En estos aspectos no inventa mucho, pero eso resulta todo un acierto.

Y para ir acabando, ¿resulta divertida e interesante? Como ya dejaba caer anteriormente, va a depender de los gustos. Hay mucha, mucha acción, así que nadie se puede llevar a engaño acerca de lo que vamos a ver. No es la acción más realista, ni lo intenta, ni falta que le hace. Esto es un espectáculo y así hay que tomársela. No esSaving Private Ryanes “’Mad’ Max” y lo que hace, lo hace bien. Recomendada.


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