martes, 6 de marzo de 2018

Anemia y nutrición, parte 2: La anemia ferropénica I



Wola!

Hoy hablaremos de la anemia ferropénica, voy a intentar ser lo más entretenido e instructivo posible, espero conseguirlo, alla vamos!

Parto de la idea de que todos hemos leído el anterior artículo sobre las anemias, porque así ya doy por hecho que conocéis los conceptos que hablamos allí, os dejo el link AQUÍ por si no es vuestro caso.

Vamos a empezar por una definición rápida del concepto:

La anemia ferropénica se produce cuando el origen de la anemia se encuentra en una deficiencia de hierro en nuestro organismo.

Así pues, que es el hierro?

El hierro es el micronutriente mejor investigado y más conocido. Podemos encontrarlo en nuestro cuerpo de dos formas:

-       Realizando sus funciones en forma de hemoglobina, en los hematíes circulantes y, con menor porcentaje, en las enzimas y la mioglobina.

-       Almacenado en forma de ferritina y hemosiderina.







Cuáles son las funciones del hierro?

·         Interviene en el transporte de oxígeno y dióxido de carbono en sangre.

·         Participa en la producción de elementos de la sangre como por ejemplo la hemoglobina.

·         Forma parte en el proceso de respiración celular y es parte integrante de la mioglobina, que se encarga de el transporte y almacenaje del oxígeno en el músculo.

·         Tiene un papel fundamental en la síntesis de ADN, y en la formación de colágeno.

·         Aumenta la resistencia a las enfermedades.

·         Colabora en muchas reacciones químicas.



Hace mucho que se conoce la relación del hierro con las anemias?

   En el siglo XVII, se creía que la anemia por déficit de hierro, conocida como la enfermedad verde o clorosis, era producida por estar enamorado, porque eran, en especial, las mujeres jóvenes, quienes padecían la enfermedad. Un tratamiento común consistía en beber vino con limaduras de hierro.

El método científico se aplicó por primera vez al estudio del hierro en el campo de la nutrición a comienzos del siglo XVIII, cuando se demostró que el mineral era un componente importante de la sangre.

    François Magendie llamó la atención sobre el contenido de hierro en la sangre al levantar con un imán partículas de sangre seca y convertida en polvo.




La generalización del uso terapéutico de los comprimidos de hierro se inició en 1832, con un informe de Blaud sobre la eficacia del tratamiento en mujeres jóvenes, en quienes la sangre “no tenía material colorante” (recordemos que la hemoglobina le aporta el tono rojizo a la sangre).

Las pruebas concluyentes de que el hierro inorgánico podía utilizarse para la síntesis de hemoglobina fueron aportadas en 1929 por Castle y su grupo de estudio, quienes encontraron que la cantidad de hierro administrada a pacientes con anemia hipocrómica era directamente proporcional al aumento de la cantidad de hierro presente en la hemoglobina circulante. 


Metabolismo del hierro

Tres son los factores principales que influyen en el balance y metabolismo del hierro: la ingesta, los depósitos y las pérdidas

Respecto a la ingesta, los 2 determinantes son la cantidad y biodisponibilidad del hierro en la dieta, y la capacidad para absorberlo.

La biodisponibilidad es el factor que determina la eficiencia con la cual el hierro obtenido mediante la dieta es utilizado por nuestro organismo, es decir, que porcentaje del hierro que comemos con los alimentos, suplementos, etc. es absorbido y utilizado por nuestro cuerpo.

 La asimilación de hierro tiene la peculiaridad de que el mecanismo regulador fundamental sea su absorción en el aparato digestivo, cuya cantidad tomada de los alimentos puede variar desde menos de 1 % hasta más de 50 %



 Absorción del hierro

  La absorción de hierro depende del tipo de alimento ingerido y la interacción entre estos y los mecanismos de regulación propios de la mucosa intestinal, que reflejan la necesidad fisiológica de hierro que tenga el organismo en ese momento. Si nuestro cuerpo interpreta que tiene una necesidad baja esto afectará negativamente a la absorción, y si detecta una necesidad alta, la favorecerá.

 Se requiere, también, de niveles normales de ciertas vitaminas como las A y C para regular el proceso de absorción correctamente.

En relación con la dieta, el hierro no heme y el heme son absorbidos por mecanismos distintos.

El hierro no heme consiste, fundamentalmente, en sales de hierro que se encuentran en los vegetales y productos lácteos, y representa la mayor parte del elemento en la dieta, en general, más de 85 %. La absorción del hierro no heme depende en gran medida de su solubilidad en la parte alta del intestino delgado, lo que, a su vez, está en relación con la forma en que la comida, en su conjunto, afecta a la solubilidad del metal, y es proporcional a la cantidad de potenciadores e inhibidores de la solubilidad que se consumen durante una misma comida. 

El hierro heme procede, fundamentalmente, de la hemoglobina y de la mioglobina de la carne, las aves y el pescado. Aunque la proporción de este en la dieta es menor que la del no heme, su absorción es 2 ó 3 veces más fácil y depende menos de los demás componentes de la comida. La absorción media en los varones es de alrededor de 6 % del hierro alimentario total, mientras que en las mujeres en edad fértil llega a 13 %. Esta mayor absorción de hierro en la mujer se debe a que sus depósitos orgánicos son menores y, de esta manera, contribuye a compensar las pérdidas de hierro de las menstruaciones.


Factores que potencian o inhiben la absorción del hierro





Se sabe que existen diversos factores que potencian o inhiben la absorción del hierro no heme.

 El potenciador mejor conocido es la vitamina C (ácido ascórbico), puesto que facilita la absorción de hierro a nivel gastrointestinal, y permite una mayor movilización de este mineral desde los depósitos.

La vitamina A también es requerida para la mantención de un nivel normal de hierro, sin embargo, no se conoce de manera clara su papel específico, pero se sabe que un déficit de esta puede asociarse a la presencia de anemia aún con niveles de hierro normales.

Otros factores existentes en la carne también favorecen la absorción del hierro no heme, mientras que la absorción de hierro de comidas formadas por cereales integrales y legumbres tiende a ser escasa.

 La adición de cantidades, incluso relativamente pequeñas, de carne o vitamina C a los alimentos, aumenta la absorción de hierro a partir de la totalidad de la comida.

La absorción del hierro no heme de una comida que contenga carne, pescado, o pollo, es aproximadamente 4 veces mayor que la que se logra con porciones equivalentes de leche, queso, o huevos.

Un vaso de vino blanco también puede elevar la absorción del hierro que se encuentra en los vegetales y cereales. Pero el vino tinto, que contiene unos compuestos llamados taninos, ejerce el efecto contrario y bloquea o inhibe su absorción.

Existen otros inhibidores de la absorción del hierro no heme que se encuentran en los alimentos como son el fosfato cálcico, el salvado, el ácido fítico (presente en los cereales integrales no procesados) y los polifenoles (en el té y algunos vegetales).

 El café también impide la asimilación del hierro, aunque todavía no se ha identificado el componente que lo ocasiona.


El efecto inhibitorio de los fitatos y polifenoles puede contrarrestarse al añadir ácido ascórbico (Vitamina C) a la comida. 


El intestino delgado y la absorción de hierro

 La entrada de hierro en el organismo está regulada por las células de la mucosa del intestino delgado.
Parece que las vías para la captación del hierro heme y no heme son distintas.

Los depósitos orgánicos de hierro, así como su estado hematológico, son factores determinantes de la captación intestinal del hierro no heme. Las personas con depósitos de hierro bajos o con deficiencia de hierro, y las que tienen anemia, absorben una fracción de hierro no heme, de la dieta, mayor que las personas no anémicas y con depósitos de hierro suficientes.

 En las personas con anemia ferropénica grave, el porcentaje de hierro no heme absorbido puede llegar a ser incluso de 50 %.

 Durante el embarazo, a medida que los depósitos del metal van disminuyendo a lo largo de la gestación, la absorción de hierro se va haciendo progresivamente más eficaz.



Por hoy no me alargaré más, seguramente el próximo artículo sea sobre otro tema, para no ser monotemático, pero muy pronto os traeré una tercera parte, donde seguiré hablando de la anemia ferropénica: Transporte y almacenamiento del hierro en el organismo, Fisiología de la anemia ferropénica, Causas, Consecuencias, Prevención, Tratamiento, Fuentes alimentarias de hierro, etc.



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