sábado, 13 de julio de 2013

The Triumph of Steel - Manowar

The Demon's Whip, Ride the Dragon, The Power of Thy Sword, Sign of the Hammer, The Crown and the Ring, Pleasure Slave...
La portada es un compendio de referencias.

Allá por 1992 no estaba especialmente interesado en la música, había oído cuatro cosas y aún luchaba por decantarme por algún género que me llamase la atención. ¿Rap?, ¿electrónica?, ¿pop? 


Eran otros tiempos.
Como por casualidad, como tantas cosas en la vida, el compañero de al lado en clase del instituto me grabó un par de cintas con algunas canciones de varios grupos de los que oía él. No tenía ni idea de quiénes eran, pero unos grupos me iban gustando (Iron Maiden, por ejemplo) y otros no me llamaban tanto la atención (como Ratos de Porao; nada en contra, sólo es cuestión de gustos). En uno de esos momentos que sólo se dan unas pocas veces a lo largo de tu vida, comienza una canción. “Qué raro, -pensé - sólo oigo algo de viento… Espera, eso era una espada…”. Introducción épica y ritmo rápido; vamos bien; y de repente, la apoteosis. Con las cuatro cosas que entendía de inglés escucho que alguien me grita en los oídos: “Gods of War, feel the power of my sword!” (¡Dioses de la Guerra, sentid el poder de mi espada!). 

¡Horas y horas de diversión!
Dicho ahora puede parecer una tontería, pero adolescente e impresionable como era, después de la Tierra Media, Conan, Krynn, Dungeons and Dragons, Glorantha, Eye of the Beholder, Belgarath, Reinos Olvidados, Ishar, Willow… después de todo eso, que alguien le cantara al poder de una espada era como una revelación.

Sin dudarlo me lancé a escuchar el disco completo, luego la discografía completa y a buscar grupos de temática similar. Sí, aquel fue un momento importante y creo que una parte de lo que soy hoy en día; por pequeña que sea, buena o mala; es fruto de aquel: “Feel the power of my sword!”.

Man’o’war.
Esta canción era, evidentemente, “The Power of Thy Sword” (El poder de vuestra espada); el disco tenía el arrogante título de “The Triumph of Steel” (El triunfo del acero) y el grupo se llamaba Manowar (ya puestos… los Man’o’war eran veleros de guerra).

No, no os voy a contar mi vida, pero me resulta imposible comentar este disco sin poneros en antecedentes. No sería justo.

Y ahora, al turrón. ¿Qué encontramos en él?

Frazetta,
un clásico de la ilustración.
Primero, la portada de Ken Kelly (ilustrador de fantasía y sobrino político del gran Frazetta). Entre mis portadas favoritas.

Mencionado ya el dibujo, la música.
Para los que ya conozcáis al grupo sólo mencionar que David Shankle, con todo su shredding, no me parecía el peor guitarrista que Manowar podía tener y que Rhino me parece un batería mucho más entretenido que Scott Columbus.

El disco empieza con “Achilles, Agony and Ecstasy in Eight Parts” (Aquiles, agonía y éxtasis en ocho partes), un grupo de 8 canciones ocupando un total de casi media hora, inexplicablemente metidas todas en la misma pista, con la historia de Aquiles y su lucha con Héctor en Troya. Tenemos una introducción, sencilla pero efectiva, seguida de otra canción tan sencilla y efectiva como la anterior “Hector Storms the Wall” (Héctor asalta la muralla). Esta tiene un riff, un estribillo y un breve epílogo. ¿Se puede hacer una canción con tan pocos mimbres? Si sabes lo que estás haciendo y no la alargas más de la cuenta, sí.
No os voy a contar las ocho partes una por una, pero os señalo que tenemos varias instrumentales, de guitarra, de bajo y de batería. Muchos discos tienen una pieza sólo de guitarra, pero el bajo o la batería en solitario son menos comunes. No voy a decir que me parezcan los solos más espectaculares del mundo, pero se agradece que hayan intentado aportar un sonido distinto.
También destaco la balada orquestal “Hector’s Final Hour” (La última hora de Héctor) donde, además de volver a alejarse del sonido guitarra/bajo/batería, Eric Adams demuestra ser un cantante muy expresivo.

Su típica pose que tantas críticas
y cachondeo les ha granjeado.
Seguimos con “Metal Warriors” (Guerreros del Metal), un himno a  mayor gloria del género tan tonto o tan inspirador como todos los himnos, según de qué lado te pille. Los valencianistas se pondrán en pie al oír “Amunt València, Visca el València, es el millor”; a los no aficionados les parecerá algo totalmente distinto. Esta es una canción sólida, llevada un paso más allá por una contundente interpretación del cantante.

Ride the Dragon” (Cabalga el dragón) no es la canción más original del mundo pero es un ejemplo de buen hacer powermetalero, con Eric cantándose a coro consigo mismo y rugidos de dragón hechos de distorsión. 

Spirit Horse of the Cherokee” (El Espíritu Caballo de los Cherokee) comienza con una introducción hablada en (supongo) Cherokee y con sonidos de la llanura, antes de entrar con un ritmo indio americano bastante sencillo y que lleva toda la canción. Nuevo ejemplo de cómo hacer una canción con un riff, un estribillo y poco más.

Burning” (Ardiendo) es una canción un tanto atípica, muy ambiental y maléfica; susurrada más que cantada, hasta su parte final donde, sobre el ritmo principal, nuevamente Eric, con apenas unas vocalizaciones y unas malévolas risas, se carga la canción sobre los hombros.

The Power of Thy Sword” (El poder de vuestra espada). Ya lo he dicho. Introducción sugerente, ritmo rápido, delicado interludio orquestal y mucha, mucha épica. No voy a decir nada más, que me pierdo y seguro que acabo exagerando…

Vaya, igual son gente normal.
The Demon’s Whip” (El látigo del Demonio) comienza con otra tenebrosa introducción de antorchas, susurros y rugidos infernales, al más puro estilo ritual. Después tenemos una canción contundente que comienza como un tempo medio y acaba acelerando enloquecido. Si se me permite, diré que un cambio de ritmo en un grupo como Manowar vale por diez de otros con toques más progresivos, como Maiden, y que en los grupos de verdad progresivos es pura rutina, así que casi no cuenta (bueno, sí que cuenta, respetamos y apreciamos la técnica de estos grupos). Realmente no es gran cosa, pero queda bien.

Master of the Wind” (Señor del viento). La primera balada puramente acústica en la discografía de Manowar. Sencilla pero con un toque emocionante.

Entonces, ¿qué tiene este disco que lo distinga de otros del grupo? Variedad, interludios, introducciones, temáticas un poco diferentes (Troya, Cherokee...) ambiente, un enfoque distinto a la guitarra (aunque nada que decir en contra de Ross o Logan; Dios me libre) y a la batería…
Me hubiera gustado que el grupo hubiera seguido este camino, y no la simplificación de las canciones de discos posteriores. No sé cuánta participación tuvieron Shankle y Rhino en la composición, pero me da que pensar.

Al parecer el disco genera división de opiniones. A mí me parece enorme, incluso reconociendo sus limitaciones, que las tiene; en la Encyclopaedia Metallum tiene un 77%, que está bien pero no es extraordinario; también he visto críticas feroces acerca de lo aburrido que resulta… Como siempre, no llueve a gusto de todos y, al final, la opinión que importa es la tuya.

2 comentarios:

  1. Para mi gusto, no me parece un mal disco, pero no es un disco que escucharía de seguido, se me acaba haciendo largo y un poco pesado pero para gustos colores, y he de admitir que Manowar forman parte de la historia del metal y de todos los géneros y subgéneros musicales posteriores derivados de este.

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    1. Efectivamente, para gustos Colors :P

      Y ,sinceramente, creo que el disco es más importante autobiográficamente que musicalmente.

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