domingo, 7 de septiembre de 2014

Death Line

En el cartel parece que va a haber mucha piel al descubierto...
pero no os hagáis ilusiones. Picardías las justas.
Hola de nuevo. Después de haberos comentado algunas películas interesantes en las últimas semanas ("Persona" o "El castillo ambulante") hoy os traigo una completamente distinta...

"Death Line" ("Línea mortal"), conocida como "Raw Meat" ("Carne cruda") en EEUU y como "Sub-humanos" en España (otro triunfo de la traducción) es una película británica de terror de 1972.

En el metro de Londres se producen misteriosas desapariciones a las que nadie hace mucho caso, pero cuando desaparece un importante político la policía entra a investigar y descubrir qué terribles sucesos del pasado que han llevado a dichas desapariciones.

Aunque los protagonistas puedan parecer los jóvenes estudiantes que denuncian la desaparición del gentleman la verdad es que los protagonistas son los policías, en especial el muy sarcástico, cáustico diría yo, inspector Calhoun. Menos mal, porque el joven estudiante americano tiene una interpretación que me recordó por momentos a Harry Hamlin en "Clash of the Titans" ("Furia de titanes").
Por si no habéis visto la "Furia de titanes" del 81, esto significa que tiene cara de palo toda la película.

Los terribles sucesos a los que hacía mención antes se revelan muy pronto y prácticamente los podéis leer en el cartel anunciador de la peli, así que no revelo más de lo debido si menciono a la familia de caníbales degenerados y apestados (enfermedad transmitida por las ratas) que viven en los túneles.
Parecido a "The Hills Have Eyes" ("Las colinas tienen ojos"), aunque creo que esa era más dura, especialmente el remake, pero claro, son 30 años de diferencia y 30 años de desensibilización.

¿Está bien la película? Yo creo que sí, para fans del terror y un poco de sangre, claro, porque la despensa se ve en toda su gloria durante un plano bastante largo en el que se nos presenta a nuestro antagonista y tampoco es cuestión de que los niños crean que pueden partir cabezas con una pala. Esas cosas no están bien.
El mordaz inspector me resultó simpático y el caníbal tiene su punto humano y patético. Al fin y al cabo es sólo que en las cartas de la vida le salió la jugada del Tío Perete y no tuvo ocasión de ir a Oxford precisamente.

Estos puntos son los que salvan una película que, sin ser nada del otro jueves ni nada que no hayáis visto antes, puede satisfacer a los aficionados al horror a los que no les importe ver el estilo particular y más pausado del cine setentero.

Para fans del género.

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